Introduction
Este mes marca el comienzo de nuestra Novena de Nueve Meses a Nuestra Señora de Guadalupe, que culminará con nuestra Consagración a Ella el 12 de diciembre de este año.
Algunos se preguntarán ¿por qué hacer una Novena y Consagración a Nuestra Señora de Guadalupe? ¿Cómo ayudará la Madre de Dios a nuestro mundo en estos tiempos difíciles? ¿Qué auxilio llevó al Tepeyac en 1531?
Nuestra Señora trae a su Divino Hijo, Cristo Señor, quien es el único que es la salvación del mundo. Después de identificarse ante San Juan Diego como la Madre de Dios, Nuestra Señora declaró su misión:
Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo entregaré a las gentes en todo mi amor personal, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación. (Nican Mopohua, nn. 26-28).
La misión de Nuestra Señora es igualmente válida para nuestro tiempo, como lo fue en el tiempo y lugar de San Juan Diego. Su misión, que está totalmente unida a la misión salvadora de su Divino Hijo, continúa hasta el Juicio final. Nuestra Señora no propone ninguna idea o acción política para enfrentar las diversas crisis que atravesamos. No, ella propone una persona, la persona de su Divino Hijo. Ella propone la unión más íntima del corazón con Él, con Su Sacratísimo Corazón, como único camino para obtener misericordia y, en definitiva, vida eterna. Le dice a Juan Diego que Cristo es su “mirada compasiva”, tanto como su “auxilio”, su “salvación”.
También de este modo nos muestra cuál es el auxilio que ofrecemos al mundo y la Iglesia en un tiempo de gran tribulación. Ofrecemos a Jesucristo. En la medida de lo posible, deseamos que aquellos que nos aman vean el rostro de Cristo y sean atraídos hacia Aquel que es el único que puede salvarlos.