Tercera reflexión |  12 de abril

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Introducción

Al concluir nuestro primer mes de la Novena de Nueve Meses y comenzar el segundo, algunos entre nosotros podemos estar experimentando las peores tentaciones de Satanás para rendirnos y dejar de rezar la Oración de la Novena todos los días.

A lo largo de los días de las apariciones, San Juan Diego estuvo sometido a las tentaciones de Satanás, que sembró en él la duda de que fuera digno y capaz de cumplir las indicaciones y órdenes de la Reina Celestial. Después de su primera visita al Obispo, se convenció de que sólo alguien de condición social más elevada podía llevar a cabo la misión de Nuestra Señora. De forma bastante elocuente, describió su propia bajeza a la Virgen Madre de Dios:

Por eso te ruego, mi Señora, mi Reina, mi Niña, que hagas que uno de los nobles que son tenidos en estima, uno que es conocido, respetado, honrado, haga que él lleve, que tome tu venerable aliento, tu venerable palabra, para que sea creído. Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy la cuerda del portero, soy mecanal, soy parihuela, soy cola, soy ala, yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mí deterneme allá donde me envías, Virgencita mía, Hija mía menor, Niña; por favor díspensame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón, iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía (Nican Mopohua, nos. 54-56).

Pero la Madre de Dios, la Madre de la Gracia Divina, respondió confirmándole como su mensajero, asegurándole que él también estaba llamado a cumplir la misión de llevar a Dios encarnado al mundo, a sus hermanos y hermanas.

Nuestra Señora de Guadalupe le asegura que tiene muchos a quienes llamar para la misión de ser su mensajero, pero que Juan Diego ha sido llamado y, por lo tanto, debe confiar en que él puede llevar a cabo la misión. Ella le responde:

Escucha, el más pequeño de mis hijos, ten por cierto que no son tan escasos mis servidores, mis mensajeros, a quienes encargué que lleven mi aliento, mi palabra, para que efectúen mi volutad; pero es muy necesario que tú, personalmente, vayas, ruegues, que por tu intercesión se realice, se lleve a afecto mi querer, mi volutad. Y, mucho te ruego hijo mío el menor, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo y de mi parte hazle saber, hazle oír mi querer, para que realice, haga mi templo que le pido. Y bien, de nuevo dile qué modo yo, personalmente, la Vírgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando”. (Nican Mopohua, nos. 58-62)

En la batalla por la verdad, nunca debemos ceder al desánimo, que es siempre la primera tentación del demonio. Cuando nos sintamos tentados a desanimarnos o a dejarnos vencer, recordemos la visión de la victoria final de la Encarnación redentora de Cristo, relatada en el Apocalipsis. En esa visión, Satanás está decidido a destruir a la "mujer vestida de sol" (Ap 12, 1) y a su Hijo. Pero el Hijo divino de María es "arrebatado hasta Dios y hasta su trono" (Ap 12, 5). Es decir, así llevará a su plenitud la victoria sobre el pecado y la muerte. De hecho, la imagen de la Virgen de Guadalupe que Dios nos dejó en la tilma (manto) de San Juan Diego es la "mujer vestida del sol" que lleva en su seno al Salvador del mundo.

Las palabras maternales de la Virgen a San Juan Diego nos hablan también a nosotros, pues reflejan una verdad fundamental de la fe: la inhabitación de Cristo con nosotros en su santa Iglesia, la inhabitación del Espíritu Santo en nuestras almas, que capacita incluso a la persona más débil para cumplir la voluntad de Dios con virtud heroica. Sólo con la ayuda de la gracia de Dios, por intercesión de Nuestra Señora, Mediadora de todas las gracias, perseveraremos en esta Novena y Consagración.

Tercera reflexión

Quienes deseen leer una transcripción de la reflexión en video encontrarán este texto y otras lecturas complementarias al final de esta página.

Oremos.

En los primeros días de la novena, lleven los acontecimientos de la primera aparición en sus corazones mientras rezan lo siguiente cada día:

Oh Virgen Madre de Dios, acudimos a tu protección e imploramos tu intercesión contra las tinieblas y el pecado que envuelven cada vez más al mundo y amenazan a la Iglesia. Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, te dio como Madre nuestra al morir en la Cruz por nuestra salvación. Así también, en 1531, cuando las tinieblas y el pecado nos asediaban, Él te envió, como Nuestra Señora de Guadalupe, al Tepeyac, para conducirnos a Aquel que es nuestra única luz y nuestra salvación.

Por tus apariciones en el Tepeyac y tu presencia permanente con nosotros en la tilma milagrosa de tu mensajero, San Juan Diego, millones de almas se convirtieron a la fe en tu Divino Hijo. Por medio de esta novena y de nuestra consagración a ti, imploramos humildemente tu intercesión para nuestra cotidiana conversión de vida a Él y la conversión de millones más que aún no creen en Él. En nuestros hogares y en nuestra nación, condúcenos hacia Aquel que es el único que obtiene la victoria sobre el pecado y las tinieblas en nosotros y en el mundo.

Une nuestros corazones a tu Corazón Inmaculado para que encuentren su verdadero y duradero hogar en el Sacratísimo Corazón de Jesús. Guíanos siempre a lo largo de la peregrinación de esta vida hacia nuestro hogar eterno con Él. Que nuestros corazones, uno con el tuyo, confíen siempre en la promesa de salvación de Dios, en su misericordia inagotable, para todos los que se vuelven a Él con un corazón humilde y contrito. Por medio de esta novena y de nuestra consagración a ti, oh Virgen de Guadalupe, conduce a todas las almas de América y del mundo a tu Divino Hijo, en cuyo nombre te lo pedimos. Amén.

Cardenal Raymond Leo Burke

AUDIO | El Cardenal Burke recitando la oración de la Novena en latín
 

Otras lecturas

Los que deseen aprender más sobre las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe pueden encontrar el texto del Nican Mopohua en el siguiente enlace.

Nican Mopohua

Aquellos interesados en aprender aún más pueden disfrutar de una presentación que Su Eminencia realizó recientemente, que examina el inmenso mérito literario y espiritual del Nican Mopohua. Está disponible en el siguiente enlace.

PRESENTACIÓN DEL CARDENAL

Descarga la Oración