Introducción
Al concluir el segundo mes de nuestra Novena de nueve meses a Nuestra Señora de Guadalupe, y al comenzar hoy oficialmente el tercer mes, demos gracias a Dios y a la Santísima Virgen por la gracia de la perseverancia que Nuestro Señor, por la mediación maternal de Nuestra Señora, nos ha concedido para que combatamos el buen combate, terminemos la carreray conservemos la fe (cf. 2 Tim. 4, 7).
La Virgen encomendó a San Juan Diego ser su heroico mensajero, como hoy nos encomienda a nosotros conducir a otros a Cristo, transmitiéndoles las verdades de la Fe y su belleza en la vida de oración y, sobre todo, en el culto divino. Sin embargo, tras la inicial reacción escéptica del obispo Juan de Zumárraga ante el relato de San Juan Diego sobre la petición de la Virgen, San Juan Diego se consideró indigno de la misión que la Madre de Dios había puesto en sus manos. San Juan Diego fue siempre dócil y obediente, pero, al mismo tiempo, dudaba de poder hacer todo lo que Dios le pedía. Cuando el trabajo le parecía particularmente difícil, pensaba en razones por las quela misión debía encomendarse a otro, e incluso llegó a sugerir a la Virgen queél no era la persona adecuada para su misión. Sin embargo, así como un niño sesiente confortado por el amor de su madre, así también San Juan Diego encontró consuelo en las palabras de Nuestra Señora:
Y sábete, hijitomío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido (Nican Mopohua, n°92).
El Señor mismo nos enseña que Dios revela su voluntad alos "niños" (Mt 11, 25), a los que, como Él, son "mansos yhumildes de corazón" (Mt 11, 29), a los que reconocen que todo lo que sony tienen, viene de la mano de Dios y que, por tanto, ponen en Él toda suconfianza. Nos asegura que, si bien hacer su voluntad exige mucho trabajo y espesado, Él "nos dará descanso" (Mt 11, 28). Utilizando una imagen dela agricultura para describir nuestro trabajo con Él para la salvación delmundo, nos anima a "llevar [Su] yugo" (Mt 11, 29) sobre nuestros hombresy nos declara: "Mi yugo es fácil y mi carga ligera" (Mt 11, 30).
Ennuestra lucha diaria por ser fieles y generosos colaboradores de Cristo en suobra salvadora, invoquemos la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe y desu heroico mensajero, San Juan Diego, y tratemos de seguir su ejemplo. Cristo nunca nos fallará. Él hará eficaces para nuestra salvación y la salvación del mundo todos nuestros buenos pensamientos, palabras y obras. Cuando sintamos la tentación de rendirnos en la batalla, tengamos presentes las palabras de la Virgen a San Juan Diego, pues son palabras maternales que nos reconfortarán y animarán también a nosotros: "Y sábete, hijitomío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido."